Explotación infantil:
http://www.portalplanetasedna.com.ar/esclavitud_infantil.htm
Existen en el mundo alrededor de 40 millones de menores que trabajan en fábricas, en la agricultura, en la minería, en pequeñas industrias, en talleres de artesanía, en hostelería y tiendas o como vendedores ambulantes. En los países en vías de desarrollo, las causas esenciales de este fenómeno son el atraso económico, vinculado en algunos casos al dominio colonial que casi todos ellos sufrieron, la supervivencia de estructuras socioeconómicas arcaicas, el brusco descenso del índice de escolaridad de los niños a partir de los 11 o 12 años de edad, y el aumento de la población.
A menudo los niños realizan en las fábricas trabajos relativamente ligeros pero entre éstos se destacan algunos que presentan riesgos evidentes para su salud y seguridad. A veces los destinan a ocupaciones peligrosas: fabricación de cohetes, soplado de vidrio, transporte de vidrio incandescente, utilización de materiales tóxicos en las tintorerías, trabajos que implican la exposición al polvo y al plumón en las fábricas textiles, al calor y al frío extremos en la manufactura de ciertos productos, trabajos en fundiciones y, en general, en la proximidad de hornos y de máquinas sin protección.
En tales lugares de trabajo, la iluminación, la ventilación y las condiciones sanitarias son casi siempre muy deficientes, y las precauciones de seguridad son mínimas. Todo ello se agrava extremadamente en el trabajo en minas.
En algunos países es usual que niños muy pequeños sean llevados por su familia de las zonas rurales a las urbanas, donde son prácticamente vendidos para el servicio doméstico. A menudo no se paga a estos niños, considerados como "adoptados". Tal situación hace posibles el trabajo excesivo, los malos tratos y la explotación. Una manera dramáticamente extrema de explotación es cuando las niñas o adolescentes son vendidas a proxenetas o mafias, que las forzarán a ejercer la prostitución, con sus secuelas -además- sanitarias y otras enfermedades.
La trata de niños, sea esta interna, entre países o entre continentes, está muy relacionada con la demanda de mano de obra barata, dócil y maleable en algunos sectores y entre algunos empleadores. Cuando se da, las condiciones de trabajo y el tratamiento a que son sometidos los niños y niñas violan sus derechos humanos, ya sea porque se trata de ambientes inaceptables (las incondicionales peores formas) o porque los niños y niñas realizan trabajos peligrosos para su salud y desarrollo (trabajos peligrosos que también forman parte de las peores formas). Estas formas van desde la servidumbre por deudas, el camel jockeying, el trabajo doméstico infantil, la explotación sexual comercial, el tráfico de drogas, la vinculación de niños a conflictos armados, y otras formas explotadoras y prácticas similares a la esclavitud en el sector industrial.
Las agresiones reiteradas en la escuela empiezan en preescolar y causan que el 75% de los niños se pelee una vez a la semana
El ‘bullying’ (agresiones reiteradas en el ámbito escolar, el abuso de toda la vida), empieza ya en preescolar. Y esto no es lo peor: el 75% de los niños que lo sufren acaba por pelearse, al menos, una vez por semana. Esta es una de las conclusiones de un estudio que ha sido publicado en el libro‘Agresividad injustificada, bullying y violencia escolar’, de Alianza Editorial, del que es autora la profesora Rosario Ortega, catedrático de Psicología de la Universidad de Córdoba.
Los ataques tienen que ver directamente con el juego en el que empiezan a despuntar “líderes agresivos” que se imponen a los pequeños más cohibidos y menos dados relacionarse con sus compañeros. La manera de acabar con este comportamiento y prevenirlo, es observar el comportamiento de los niños, reflejar el mismo en los informes escolares, detallar las relaciones que hay entre ellos y hablar con los pequeños, explica la profesora Ortega.
Según sus conclusiones, mientras que 3 de cada 7 agredidos responden con violencia a los ataques, la mitad sólo se defienden “pero actúan como víctimas pasivas”. En el primer caso la represalia más común es destruir el material escolar o las carteras de sus compañeros, algo que hacen una cuarta parte de quienes sufren la agresión, también el llamativo que en el 65% de los casos, tanto agresores como víctimas recurren a la violencia verbal.
Sin embargo, según el estudio, lo más peligroso de todo es que casi el 60% de los niños no se meten en esta clase de agresiones y son simples “espectadores” del Bullyng, algo que en opinión de los expertos, es interpretado por la víctima como una posición “cercana al agresor”, lo que hace que se convenza de que lo que le pasa no le importa al resto de sus compañeros, “lo que le causa un estado de tristeza y aislamiento”.
Por ello es esencial que los profesores se tomen muy en serio este fenómenoimpulsando medidas en común con todos los que forman la clase como única manera de evitar las agresiones. La profesora Ortega alerta de las “tremendas” consecuencias que puede tener no atajar este comportamiento agresivo, especialmente ayudando a las víctimas que, en la mayor parte de los casos, son niños con los que no es fácil hacer amistad o que no resultan “atractivos” como amigos, lo que le hace mucho más difícil que reciban ayuda del resto de sus compañeros.